Este relato se escribió el 16 de marzo del 2021. Pretendía ser una explicación en forma de historieta, de lo que es un copy y qué función tendría para tu negocio. Ya que mi blog es prácticamente invisible a los ojos del mundo, esta mañana he decidido convertirlo en un relato de domingo. Esos que, con tanta pasión, se leen alguno de mis humanos seguidores. Ahí va.
Nota: aquí no interviene ni Biel, ni Lucas y ni tan siquiera el nuevo fichaje Sise. A mis personajes los contrato por prestigio. En breve, conoceréis a Oswaldo, el copy
Con barro
Con todo el lío de la pandemia, por fin has decidido digitalizar tu negocio de siempre. Quieres estar en la nube. Trabajar desde cualquier lugar. Es ahora o nunca.
Como si se tratase de la lista de la compra, apuntas: dominio, hosting, web, fotografías, textos… —He de estar en Redes. A ver, crearé un perfil en Facebook, otro en Instagram, quizás uno en Youtube y… por ahora… nada más.
Ya que te gusta bastante la fotografía (te crees David Hamilton), solo necesitas a alguien que te arme la web, porque tú no tienes ni puta idea.
Te preguntas: —¿con quién puedo contar? Tirando de agenda, aparece el nombre de una chica que conociste en un curso de payasos.
—Ah, sí, Lourdes. Recuerdo que trabajaba de programadora. La llamaré luego.
Quieres tener tu proyecto digital en internet ya. Al final has decidido ponerte en marcha.
Has llamado a Lourdes y os vais a ver mañana, a las 17 h, en la cafetería del teatro. Con un café delante, os pondréis al día. Desde que acabaste el curso no supiste nada más de ella.
—¿Sigues con lo de las webs?
—Claro. Responde Lourdes. —¿Acaso necesitas una?
Lourdes se ha ofrecido a montarte la web. Por suerte, ha aparecido en el momento adecuado. Teniendo en cuenta que de esto no sabes nada de nada, el precio te parece razonable.
Ya tienes casi todo el material: el logo, las secciones y las fotos. Todo está casi a punto para empezar a armarla y de repente, te das cuenta de que los cuatro textos sacados del flyer que te hizo tu prima, no te acaban de gustar, pero, —¿de dónde saco más texto? Te preguntas. —¿Los pillo de internet, de alguna web que trate sobre lo mío?
No lo recuerdas bien, pero te parece que alguien te comentó que mejor no hacerlo porque Google te puede descubrir y penalizar.
Con la boca casi cerrada para que no descubra que eres un lerdo, se lo preguntas a Lourdes. —Eso no es lo mío—. Te responde. —¿Has pensado en un copy?
—¿Un qué? ¿Qué puñetas hace un copy? ¿Dónde lo encuentro? ¿Qué pinta en mi proyecto?
Buscas en Google: contratar un copy y el predictivo de Google acaba escribiendo …writer. Aparecen cientos de webs.
Hay una que te hace gracia. Llamas. —¡Vaya!, está comunicando—. Cuelgas y a por otra…
Después de buscar durante un buen rato, das con una que también te hace gracia. Hacía muchos años, una marca de televisores tenía un slogan que siempre te había chocado: «Ponga un Vanguard en su vida». La web que te ha hecho gracia tiene un slogan divertido: «Mete un copy en tu nevera». No sabes qué te ha hecho gracia de esa frase y llamas.
—¿Hola, me llamo Henri, con quién hablo?
—Conmigo.
—Qué graciosito el tipo. Piensas para tus adentros.
—Va, ¿cómo te llamas?
—Oswaldo.
—¿A qué viene esta frase de «mete un copy en tu nevera»?
—Básicamente, para llamar la atención y como segunda opción, siempre que abras la nevera para sacar o meter cualquier cosa, te lo vas a encontrar allí, en el primer estante.
Atento a sus explicaciones, vas tomando notas.
—¿Así que quieres montar una tienda online para vender artesanía? Seguro que buscaste por la red algunos textos para inspirarte pero no te acaban de hacer el peso. ¿A que sí?
Oswaldo te explica que la función de un copywriter, a grandes rasgos, consiste en persuadir con las palabras para conseguir ventas. Pero antes hay un trabajo previo de investigación, básicamente.
Al escuchar la palabra ventas, se te abren los ojos como platos. Le preguntas a Oswaldo si con él venderás más y te responde que es probable. Al menos ese es su objetivo. Además, te cuenta unas cosas super divertidas…
Mi trabajo consiste en crear un vínculo de amor para que tus clientes no puedan vivir sin ti. Si te gusta la artesanía y trabajar con las manos, dedícate a tu oficio. No quieras también escribir los textos de tus comunicaciones. Para eso estamos los copys. Pero recuerda: no somos adivinos. Así que, si te parece, podemos seguir hablando delante de una cervecita o un café. Todo dependerá de la hora del encuentro. Por cierto, si te apetece saber cómo escribo, te puedo enviar por email algunos ejemplos que han pasado por el quirófano…
Notas de Oswaldo
Todo copy necesita una silla
Si quieres ser un buen copy o un redactor de contenidos, necesitas una silla cómoda, una taza de café, americano a ser posible (es más suave que los otros) y que no te importe beberlo frío, a no ser que tengas un enchufe cerca de tu escritorio y una cafetera de esas de jarra, siempre preparada con café caliente. A mí, el café frío me gusta con hielo y una rodaja de limón. Le da un no sé qué, que mola mucho.
Si estás buscando una silla cómoda, recuerda que es muy importante que no se te duerma el culo, básicamente porque vas a estar muuuchas horas frente a un ordenata o una libreta, investigando y escribiendo los textos que necesitas para construir tus historias.
La comodidad ante todo
Escribir, a no ser que contrates a la figura del machaca y tú te dediques a deambular por la estancia, hablando en voz alta para que el/la figura se dedique a transcribir tus ideas, requiere estar mucho rato sentado, y cuanto más cómodo esté tu culo y tu espalda, mucho mejor.
¡Por qué no un café!
Aparte del teclado, un bolígrafo o lápiz e incluso una grabadora, uno de los elementos principales en cualquier escritorio (la mesa de la cocina, de la sala, en el suelo, encima de una piedra, etc.) de copywriter que se precie de serlo, sin duda alguna es el café.
«Cierro los ojos y me veo caminando en dirección a la mesita que tengo en el pasillo, con la cafetera esperándome, después de estar un buen rato pegado a la silla, pensando e investigando por aquí y por allá, dándole vueltas a aquél texto que se me cruzó la noche anterior y que decidí aparcarlo por unas horas». Ya es hora de un café bien calentito.