Había pensado poner como título: Sin dos dedos de frente, pero no sé si tan siquiera tienen un dedo. Así que no pondré título porque luego me caliento y la lío.
Estamos viviendo momentos convulsos. Covid, desahucios, maltratos, macrogranjas, corrupción, ataque constante al medioambiente, a las personas mayores, a las mujeres, guerras provocadas y otras en capilla, pederastia, ley mordaza y un sinfín de mierdas provocadas por el ser civilizado, aunque yo no estoy tan seguro de que se merezca ese título.
A nuestro alrededor hay muchísima gente sin recursos que vive en la calle, frecuenta comedores sociales porque no tiene para más, duerme en los cajeros y, en consecuencia, su vida se ha convertido en un infierno. Pero existe la otra cara de la moneda, con otro tipo de gente que despilfarra, que tira desmesuradamente.
Si un móvil ha quedado anticuado (con dos años de vida) se deshace de él, sin saber que para producir otro móvil igual, se gastan miles de litros de agua.
Si ese coche tiene más de 40.000 km ya no lo quieres porque ha salido otro modelo más chulo. Lo mismo pasa con la tele, con este o aquel producto.
Tendría que utilizar cientos de páginas para enumerar los otros cientos de cosas que tiramos, abandonamos, etc.
Ayer me sentí fatal. Trabajamos en una empresa que se encarga de mantener limpio nuestro entorno más inmediato. Alguno de los compañeros, realiza la recogida selectiva y los dos, nos enfadamos mucho con ese supuesto «ser civilizado».
Si no lo vas a usar, no lo mates. Si no lo vas a vender, no lo tires. No te desprendas de él como si fuese un boli al que se le ha acabado la tinta y lo tiras, sin más, a la papelera.
Desafortunadamente, sé que no podremos salvar al mundo. El futuro, si llega, será muy crudo. La esperanza, supuestamente, es lo único que no se pierde, pero cada vez creo menos en estas palabras vacías, en esas frases hechas, para que pensemos que todo es infinito.
Frase hecha: «vale más una imagen que mil palabras». Pues eso.
