Los que tienen en su trabajo un único día de fiesta, poseen la capacidad cuántica de estirarlo como un chicle. No todo el mundo dispone de esas habilidades tan sorprendentes. La mayoría tiende a procrastinar con demasiada vehemencia.
Es evidente que una gran cantidad de humanos no aplazarán las cosas con el mismo ímpetu porque el mero hecho de disponer de un fin de semana entero, les permite vaguear más de la cuenta, contra un solo festivo a la semana.
Los expertos en estiramientos de festivos son los únicos que deberían permitirse el lujo de vaguear de vez en cuando, mientras piensan que puñetas hacer el resto del día.
El de Lucas se divide en diecisiete pasos:
- Levantarse
- Tomarse un café con calma
- Escribir el post del día mientras saborea el café
- Esperar a que la combinación kiwi y café hagan el efecto deseado
- Ducharse
- Arreglarse (mucho arreglo no tiene, pero hace lo que puede)
- Bajar a buscar el tren para ir al encuentro con sus dos amigas (ya lo dicen por ahí: dos mejor que una)
- Tiempo para vaguear
- Comida
- Probablemente charlas y risas
- A las 18:00 la pastilla
- Vuelta para casa
- Transcribir este post en su blog
- Leer un rato
- Tocar el piano
- Vaguear un poquito
- Meterse en la cama y hacer una valoración de cómo ha transcurrido el día
Tal vez no haga nada de esto o tal vez sí. Igual decide tocarse la pera en su único día de fiesta como hacen muchos humanos; esos que disponen del fin de semana entero.
Hasta la noche, no sabremos qué hizo el domingo. Habrá que esperar.
P. D.: Me olvidaba un paso más. Entre arreglarse y bajar a buscar el tren, faltaría cepillarse los dientes. Entonces, si no me fallan las cuentas, el domingo de Lucas constaba de 18 pasos.