Capadocia.d6

El sexto día estuvo cargado de unas emociones tan intensas que Lucas, aun después de una semana de estar instalado de nuevo en su casa, en su mundo, en su rutina, sigue digiriéndolo con calma, con mucha paz en su semblante, con la alegría de haber interactuado con un tipo realmente impresionante. De Sarah también aprendió muchas cosas y eso que es una mocosa de quince años.

Por fin, Sarah y su padre habían cumplido el sueño de Andrea; viajar al Mustang, el reino prohibido en los Himalaya.

Nota de Lucas

Andrea, desde la adolescencia, había soñado conque algún día recorrería los mismos caminos empedrados de la cordillera por los que, tantas veces, había transitado Michel Peissel.

Le habrían encantado sus historias de brujas, de monjes, de levitación, de excrementos de yak para calentarse en los días de invierno, de la mantequilla horrible del mismo bicho, de las banderolas, de los cilindros de oraciones, de ese ambiente entre místico y espiritual que emana en cada rincón de la cordillera más alta del mundo. Le habría gustado escuchar de boca de Peissel, el idioma de las montañas, ese tibetano extraño que se habla en el reino cuyo rey no tiene corona. En su cabeza lleva un gorro forrado con piel de yak. Para Andrea, Michel acompañado en todo momento de su buen amigo el sherpa Tashi Sonam, era como William Fog y su inseparable Rigodon.

Andrea no tuvo tiempo de plantar sus pies en el Mustang. Murió un mes después del parto. Su fiel compañero Jonas, le prometió que algún día iría con Sarah y esparciría sus cenizas en la entrada de Lo Mantang. Así lo prometió y así lo hizo.

Si lo crees lo creas

Lucas no estaba muy seguro de las hazañas de Jonas cuando le explicó la historia de Lo Mantang; de cómo consiguió los salvoconductos para acceder él y su hija a la ciudad prohibida. Tal vez por sus contactos o por su alma pura, Jonas consiguió lo que casi nadie había logrado en muchos años: pasear por el patio interior del monasterio de Mamgyal, una zona restringida solo para los más privilegiados entre los que, por supuesto, ya se habían paseado años atrás Peissel y su compañero Tashi.

Parece mentira lo que puede hacer un humano si consigue sacar la basura de su cabeza (el guerrero pacífico). Consigues con ello tres cosas importantes: menos peso que arrastrar, más transparencia en la mirada y en el alma y sobre todo, más humildad.

Perseguimos sueños intangibles en vez de vivir el presente en armonía con nosotros mismos.

Las promesas se pueden cumplir, pero si no es posible no debemos amargarnos. Hicimos lo que pudimos.

Comentarios de Jonas a Lucas

Comentario fuera del relato: Ayer Lucas miró, por quinta vez, la película El guerrero pacífico. Un film lleno de mensajes, de metáforas y paradojas, frases para cuestionarse prácticamente todo. ¿Para qué arrastrar esa mochila llena de pensamientos futuros que tal vez no se cumplan? ¿Por qué arrastrar esa otra cargada de recuerdos que ya pasaron?

Sócrates le hace tres preguntas a Dan, en las que se recoge la esencia de la película y, por ende, la esencia de la vida: —¿Dónde estás? —Aquí. —¿Qué hora es? —Ahora. —¿Qué eres? —Este momento.

Pasado y futuro no existen. ¿Para qué preocuparse por algo que no se sabe?

Lucas me llamó muy tarde pidiéndome que escribiera estas líneas. Me dijo que si todo va según lo previsto, me pasará esta semana su séptimo y octavo día de la estancia en la cueva de Jonas.

Hasta entonces tendremos que esperar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Hola 👋 ¿Te puedo ayudar?