¿El cansancio es acumulable como los puntos de la tarjeta Travel Club? Cuanto menos duermes, más puntos de sueño acumulas. Algo parecido pasaba con la tarjeta. A medida que la usabas, justo después de cualquier compra, te daban unos puntos para no sé qué puñetas, pero molaba decir: «tengo chorrocientos puntos de la Travel».
Para no perder la costumbre, esta comparativa está cogida con pinzas, y no de colgar la ropa, sino que, en mi afán por hacer relaciones surrealistas, he pensado en el cansancio y en la Travel Club.
Se me podría haber ocurrido otra fórmula, pero estoy muy cansado para pensar. Así que, de momento, este es el argumento de hoy.
Si duermes poco, acostumbras a estar más cansado de la cuenta. ¿Y si duermes mucho?, curiosamente también. Al menos eso es lo que le pasa a mi equipo de campo.
Por cierto, no sé si os he hablado alguna vez del equipo. Está formado por media docena de camaradas estupendos con los que llevo colaborando desde hace un montón de años. Lucas, Biel, Oswaldo y Larry.
¡Ostras, cómo pasa el tiempo! Con Larry es con el que más aventuras he vivido. No siendo familia directa, siempre le llamé el primo Larry.
No estoy muy seguro de las fechas, pero diría que nos conocemos desde 1976. Pues, ¡no ha llovido nada desde entonces! ¡Cuántos sueños vividos; cuántos cansancios acumulados; cuántas horas sin dormir!
A Lucas y a Biel los conocí hace un par de años. Creo que fue en un proyecto compartido con la universidad de Cambridge. Nos habían encargado hacer un estudio sobre la relación que existía entre el sueño y la acumulación de legañas. Llegamos a la conclusión de que cuantas más legañas aparecían en el lagrimal, incluida la zona de intersección de los pelos de las pestañas, se generaba un alto porcentaje de falta de sueño y, por ende, de cansancio.
Fue un trabajo muy interesante. Conocimos a un montón de voluntarios y voluntarias de siete países. En Cambridge, cuando se ponen, se ponen.
Oswaldo, un cubano de origen sueco, es un ingeniero informático que se apuntó como voluntario al proyecto. Como que necesitaba abandonar la Habana lo antes posible, aprovechó la mínima oportunidad para desaparecer.
Una tarde que quedamos todos para tomar un té con pastas, (reminiscencias de la época de Cambridge), nos contó que, en la Habana, vivía con su abuela materna Griselda. Sus padres habían abandonado Cuba en el 78, justo en un momento de descuido de las autoridades, que habían impreso más salvoconductos de la cuenta, oportunidad que aprovecharon Ezequiel y Romina para tocar el dos del país e instalarse en Miami. Estaban hartos de la política y de las prohibiciones de Fidel. El problema es que dejaron atrás todo, incluso a sus tres hijos, entre ellos a Oswaldo.
De no ser por el proyecto, no lo hubiéramos conocido. Es un tipo extraño, pero noble, como un gigante de los buenos, claro, porque hay gigantes bastante cabroncetes. Aunque este no es su caso.
Lucas y Biel trabajan en una empresa de medioambiente. Compaginan sus horarios con los proyectos que vamos gestionando. No les puedo exigir más horas de la cuenta, ya que ambos están continuamente cansados.
El último trabajo en el que hemos colaborado Larry, Biel y yo, se entregó la semana pasada. Justo a tiempo para que Larry pudiera ir a visitar a su tía Enriqueta, que vive en Sant Joan de les Abadesses. Regenta un hotel de turismo rural muy bonito (El Reixach), en un paraje excelente.
El día de la Constitución, Enriqueta, cumplía setenta y cinco años y quería tener a su lado a toda su extensa familia. Dos meses antes, les envió un WhatsApp para citarlos a todos.
¡Cómo funciona el destino! Es, cuanto menos, curioso. Marcos, primo tercero de Larry, al que no conocíamos de nada hasta ayer, resulta que es conductor en la misma empresa donde trabaja Lucas y Biel. La verdad es que cuando menos te lo esperas, aparecen conexiones entre personas que, aparentemente, no tienen nada en común, aparte, por supuesto, del cansancio, por falta de sueño.