Una palabra de seis letras con un peso tremendo. Las personas que se han ido por padecerlo, las que están batallando con esta lacra, las que están esperando algún resultado, a todas ellas les deseo mucha paciencia. Las primeras ya no la necesitan, pero sí los que se quedan.
Esta semana nos enterábamos de la muerte de Spiriman. De una forma no continuada, lo iba siguiendo porque me parecía un tipo interesante que no tenía pelos en la lengua. Un tío con un par de cojones bien puestos que le cantó, hasta el último momento, la caña a más de uno. Uno de esos tipos que llegó a ser una molestia para los poderes fácticos.
Hoy, desde mi humilde posición de humano, le he enviado un memorial. Creo que en catalán se dice dol, pero no estoy muy seguro. Mi memorial es este:
No tuve la ocasión de conocer a Spiriman, pero me hubiese gustado. Estoy bastante a la par con las ideas que este hombre defendió y con sus fantásticas palabrotas, esas que se han de decir por obligación para no reventar. Acompaño en el duelo a todos los que SÍ tuvieron la suerte de contagiarse de su valor, de su lucha, de su tenacidad. A su pareja e hijos. Seguramente, algún día volvamos a encontrarnos allí donde van los grandes de corazón, los valientes, los que no agacharon nunca la cabeza. Este memorial es para tí SPIRIMAN, con mayúsculas. Los que nos quedamos por aquí intentaremos ser lo más buenos posible.
Cada dos por tres nos enteramos de que un humano (no quiero poner nombres) o una humana tienen cáncer. Sabemos, por ellos mismos, en más de una ocasión, que se están tratando, lo llevan bien o muy mal. Parece ser que cuando alguien pronuncia esas seis letras, da la sensación de que está hablando de algo absolutamente horrible y sí, es horrible. No nos vamos a engañar a estas alturas. Algunos se curan. Con otros no hay remedio. En otros humanos, permanece hibernando hasta que le da la puta gana y se vuelve a activar.
No me quiero extender en algo que ya sabemos. Los hay con suerte y otros que no la tuvieron, como en el caso de Jesús Candel. Pero, por desgracia, no es el único y para mayor desgracia, de momento, no podemos decir que han conseguido domesticar a estas seis letras.
Creo que, de momento, esto va para largo.
Jesús, Jesús Candel. Gran persona!