Toda ocasión requiere su momento. No se puede ir camuflada a todas horas. Hay que saber escoger el instante adecuado para que el resultado sea el más idóneo. Con esta frase, Lucas no ha dicho nada interesante. Trabajar de noche le permite divagar constantemente. Ya le he dicho más de cien mil veces que no piense tanto. Que no es tan bueno como dicen los expertos en pensamientos continuados. Pero él sigue pensando cosas estrambóticas como lo que me contó la otra tarde, frente a una horchata con una bola de chocolate helado.
«Pues iba yo inmerso en mis pensamientos, dando vueltas como cada noche, con el vehículo eléctrico que no hace nada, pero nada de ruido. A la altura de aquel parque que ocupa solo una manzana, me pareció ver cómo se movía algo indefinido, en dirección al paso de cebra. Yo, que siempre estoy pendiente de cualquier cosa, movimiento extraño o animal que te pueda sobresaltar, presté más atención de la cuenta. Ese «algo indefinido» resultó ser una mujer bajita que iba vestida igual que las hierbas del parque. El susto fue compartido. De mi boca salió una expresión en la línea de mis locuras, —ya sabes—, «claro, como vas camuflada de hierba, no te he visto, ¡hostia! La señora camuflada de hierba también se dio un buen susto».
Lucas me dijo que, en cuanto pueda, hablará con el servicio de parques y jardines. A ver si cortan un poco más las hierbas que crecen alocadamente a la altura del paso de cebra. No quiere tener otro susto como el de la noche pasada, cuando una señora bajita, vestida o camuflada de hierba, se cruzó en su camino. Por suerte, la única señal que le permitió a Lucas estar atento a las circunstancias fue el destello que producía la luz del móvil en la cara inmóvil de la mujer.
Hoy tiene fiesta del trabajo. Me ha llamado hace un rato para preguntarme cómo buscar en Google, #voyatenersuerte, cuál es la tendencia en la moda este verano del 2022. No sea que ahora se ponga de moda ir camuflada de asfalto gris noche.