Hoy, como otros días que voy a caminar, al salir de casa, tenía un objetivo: fotografiar cadáveres de mascarillas, abandonadas en cualquier lugar. El recorrido ha sido corto y en dos etapas. Uno por la mañana, en el que he tomado algunas instantáneas. Ocho fotos en concreto y la etapa de la tarde en la que, sin hacer más fotos, hemos recogido algún que otro cadáver más.
Las fotos de esta mañana, las he tomado con un intervalo de unos seis minutos entre mascarillas. Hasta que no llevaba la mitad del recorrido no me he acordado de activar el juego. Así que, si hubiese empezado con los primeros pasos, la cantidad fotografiada hubiera sido mayor.
Ya lo comenté en un anterior post, si hubiesen contenedores rojos en la calle, igual estos cadáveres no estarían esparcidos por ahí. O quizás, tal como funcionan los humanos, habrían más en el suelo que en el contenedor.
Tampoco quiero hacer ninguna apuesta. No sea que, encima, pierda.
Para muestra, una foto. Cinco en el campo y tres en la calle.
Por lo visto, es mucho más discreto abandonarlas en la montaña que en la calle. En la primera opción, es mucho más fácil pasar desapercibido, ya que es muy probable que no te vea nadie.
Si la tiras al suelo, dentro de una población, seguro que algún vecino, paseante, un guardia o la señora Engracia, te pillan con las manos en la masa, digo en la mascarilla.
Hoy han sido ocho y sin necesidad de hacer ningún esfuerzo. Otro día iré más preparado. Más atento. Seguro que la próxima vez encontraré más cadáveres tirados por ahí.
Tens molta raó. Jo vaig cada dia a caminar de SANT POL a CALELLA i em trobo moltes mascaretes i això em fa molta pena de veure com s’ha tornat el MÓN.
GRÀCIES XAVIER 👍😞