A veces, los inventos forzados no son la mejor solución. Si quieres ir sobre seguro, es mejor tirar de lo que ya funciona. El tubo de color naranja de toda la vida, conectado directamente a la pera de la cocina y al regulador, si puede ser de este siglo mucho mejor y se acabaron los problemas. Te ahorrarás un montón de líos y sobre todo más de un susto cuando se trate de una fuga.
Hoy tocaba revisión y puesta a punto de la instalación del butano en la cocina.
En cuanto el operario ha activado el detector de gases, se ha puesto a pitar como un descosido. —¡¡¡Uy uy uy!!!, aquí hay una fuga del quince. —Le ha dicho a Lucas.
Llevamos viviendo en esta casa desde 2018 y con la cocina nueva casi tres años. Hasta ahora no habíamos percibido ningún olor a gas, pero el operario, con esa pituitaria super desarrollada, nos ha dicho que el butano tiene un olor característico y que detrás de la cocina había acumulación de ese olor.
—Habéis tenido suerte. No ha pasado nada porque tendréis a sueldo a un ángel de la guarda. —Ha comentado con una sonrisa irónica en su rostro.
—¡Coño!, —ha exclamado Lucas sin pensar que podrían haber críos.
Esta tarde, sin falta, bajará a la ferretería del pueblo. Ha de comprar varias cosas. Un regulador del siglo XXI, un tubo naranja, dos rejillas para el respiradero y creo que nada más. Dependiendo de su motivación igual compra algún trasto más.
«Si funciona, mejor no meneallo», pensó Lucas mientras firmaba el contrato de suministro. Ochenta y nueve euros, tal como le dijo la comercial el martes pasado.
—…Y esto por las molestias. —Diez euros le dio al operario por los inventos que hizo con la pera.
—Muchas gracias, pero no hacía falta.
—Si hubiera sido al revés, seguro que habrías hecho lo mismo, ¿estoy en lo cierto?