Bocabajo

Junta o separada, la palabra se lee y se interpreta igual. Bocabajo ocupa un espacio menos que boca abajo, en una libreta o en ese apunte que has anotado en el ticket de compra del súper, para acordarte que, en cosa de dos horas, te pondrás boca abajo en aquel terreno donde acostumbras a ir cada dos o tres días.

Bocabajo se plantan los jóvenes, de hormonas revueltas, cuando van a la playa con sus novias o amigas macizorras. Es más prudente estirarse boca abajo para que no se noten ciertas protuberancias en las zonas bajas.

Bocabajo se dejan las tapas de las cazuelas, una vez enjuagadas, para que eliminen el agua que les queda en los recovecos. La operación sirve también para las cazuelas, vasos, tazas y todo lo que, de estar boca arriba no se secaría ni en dos días.

Bocabajo dejas el casco de tu moto en una rejilla porque la otra noche cayó una tormenta del demonio. Si te imaginas el casco, podrías pensar que al ponerlo bocabajo, quizás lo estés dejando al revés, ya que el hueco por el que metes la cabeza, en verdad está al derecho.

Bocabajo dejas la bicicleta cuando no encuentras un promontorio en el que apoyar el pedal, si quieres tomar fotografías del entorno, con la calma, y no estar pendiente del momento en que se caerá la bici. También puedes tirarla, directamente, al suelo y seguro que no se te acaba cayendo.

Bocabajo y debajo de un libro pesado, dejas aquella carta que un día se extravió y que, por arte de magia, ha aparecido en el baúl de la buhardilla, entre una toalla de ducha y las alpargatas del abuelo.

Si duermes bocabajo, puede que te ahogues, pero si duermes boca arriba, la posibilidad de que ronques es bastante alta, con el resultado de despertar a tu colega. Así que ponte como te dé la gana.

Bocabajo dejaste la bici, junto a una charca, para verla boca arriba como si el mundo estuviese del revés.

¡Para reveses estás tú!

Bocabajo

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