Nos quejamos por todo. El que está de vacaciones, no quiere volver al trabajo. Se está demasiado bien haciendo lo que más te gusta. El que no trabaja desearía hacerlo por encima de todo. La vida no está para echar cohetes y, por lo visto, cada vez se complica más.
Esta nueva época que estamos viviendo es compleja. Todo el mundo lo quiere todo. Lo suyo y lo del vecino. La vida en la Tierra, en nuestra Tierra, se complica por minutos. No tenemos otra, de momento, así que tendremos que apechugar con lo que hay, como decía mami.
Trabajas todo el año para conseguir unos días de descanso. Miras al vecino y compruebas que no hace nada. Está jubilado. Tiene tiempo para aburrirse. ¿Qué es mejor, tener tiempo y aburrirse o ir con la lengua afuera por no disponer de tiempo?
El trabajo dignifica, pero las vacaciones glorifican. Suerte tienen los que pueden disfrutar de ambos estados. Las vacaciones tocan a su fin. Vuelve la rutina. Hay que pensar en positivo. Al menos, puedes volver. Otros no han tenido tanta suerte.
¿Para cuándo las próximas vacaciones? Eso está por ver.
¡Si tuviera más tiempo haría esto o aquello! Te planteas un horario. De A a B harás esto, de C a D aquello otro y todas las tardes, de E a F eso que siempre aparcas para cuando tengas más tiempo.
Que yo sepa, los días están compuestos por veinticuatro horas. Ni una más. Tendrás que dividirlas de alguna manera, ¿no? Unas cuantas para dormir, otras para estar despierto, no llega a una hora para comer o merendar y la arena del reloj ya se ha esfumado. Por el momento, no conozco otra fórmula.
Lo tomas o lo dejas. Personalmente, lo tomo.