Aunque estamos en ese nuevo mundo de el, la, los, las, ellos, ellas, etc, para no perder tiempo escribiendo tantas absurdidades, es mejor decir «ellos», los políticos.
Cuando, aparentemente, todo va más o menos bien, «los políticos»ellos» se sienten cómodos en sus butacas de piel, gastando los dineros (en gran medida) de los contribuyentes para sus intereses privados y, como siempre, alegando que es por el bien común.
Les encanta hacer discursos con palabras vacías y salir lo más guapos posible en las fotos de las portadas gráficas.
Una cena aquí, una inauguración allá. Alguna aireada de trapos sucios por el otro lado y tal vez, las mierdas de siempre, pero cuando pasa algo terrorífico, lo más fácil es echarle la culpa a los otros. Les encanta arrancarse los ojos cuando algo va mal y en vez de buscar soluciones con la máxima celeridad, prefieren, como de costumbre, criticar lo mal que lo hizo el otro.
Parece ser que no aprenderemos nunca. No se puede confiar en «ellos». De hecho, «ellos» no cuentan con nuestras opiniones.
Anuncian que un proyecto no es viable, según estudios realizados y lo cancelan de un plumazo. Prefieren invertir ese dinero en historias surrealistas que, mirado desde otro lugar, pondrían la cara colorada a más de un intelectual.
Seguridad por corridas taurinas, es lo último que ha llegado a las redes sociales, después de los desastres de la DANA.
¿Se podría haber evitado? Tal vez no del todo, pero al menos habrían dispuesto de más medios.
¿Con qué cara se van a presentar «ellos» ante las familias que lo han perdido todo e incluso a sus seres más queridos?
¿Era más importante invertir en fiestas? Da igual que sean taurinas o las Fallas e incluso el circuito de Fórmula I. La cuestión es que para lo primordial, lo más importante, no hay dinero.
No tengo ni idea de cómo acabará todo esto, pero buena pinta no hace.
Las pérdidas materiales son estratosféricas. ¿Y las humanas? ¿Cuál ha sido el precio?