Antes y después del euro

Antes de la entrada del euro en nuestras vidas, la persona que tenía en la cuenta bancaria dos millones de pesetas, era una afortunada, con bastante solvencia como para hacer muchas cosas y permitirse el lujo de estar tranquila a nivel económico.

Hoy en día, si tienes doce mil euros en la cuenta, que es exactamente la misma cantidad, eres un pringao. No sabes si con ese dinero podrás cubrir un año entero de gastos, ya sean obligados o para darte un pequeño capricho.

En algún momento de la transición, ¿hemos hecho algo mal? ¿Se nos ha escapado de las manos o simplemente todo ha sido un engaño monumental? No sé en qué punto perdimos de vista las proporciones, porque creo firmemente que en algún momento hemos sido abducidos y lo que antes se podía hacer casi sin prudencia, ahora has de ir con mucho cuidado para no gastar en exceso y no ser tachado, marcado por la sociedad, cuando oyes esa famosa frase de: vivir por encima de nuestras posibilidades.

En 1994, con mi pareja de ese momento, compramos un piso en Barcelona. Aunque, a mi entender, nos levantaron la camisa porque era un piso pequeño, bastante penoso y de 1923, no dejaba de ser un precio razonable. El mismo piso, pintadito, arregladito y en condiciones, en 2006, pasó a costar (según peritaje) seis veces más del precio inicial.

No me extraña la pasta que gana esa gente, que tiene un montón de pisos para especular. Seis veces más. Una locura.

Hace poco vi una película, basada en hechos reales, que sacaba a relucir todas las trampas y triquiñuelas que hicieron antes del gran crack del 2008, firmas como Goldman Sachs, Lehman Brothers, Merril Lynch, entre otros.

Ya sé que me he desviado un poco del origen del escrito pero estaba pensando en voz alta. !Qué poco cuesta jugar con el dinero de otros, cuando no es el suyo el que está en riesgo¡

Creo que toda esta mierda económica, todo este afán por ganar más dinero los que más tienen, ese cambio de moneda, ese equipararse al resto de países, ha tenido y tiene mucho que ver en cómo (y lo escribo con números), 2.000.000 de pesetas no tienen nada que ver con 12.000 euros.

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