Pregúntales a los ingenieros de la UPC
Estoy repasando los cuatrocientos mil parámetros que tiene el programa de Google Analytics y, como podría haber dicho en su día Groucho Marx, no sé si cortarme las venas o dejármelas largas.
Considero a Analytics una mezcla entre un juego de rol, en el que vas descubriendo pistas a medida que avanzas y un mapa del tesoro, de esos que están escondidos detrás de aquella palmera, contando siete pasos de cíclope, hacia el sur-oeste y si miras cómo se esconde el sol por el arrecife de coral de la isla de las cabezas cortadas, un reflejo del sol en el mar, te hará contornear los ojos y verás una señal, según se sale a la izquierda.
En resumen: una locura.
Te dan un guión que, si lo sigues a pies juntillas, dicen que no te tropezarás.
Ya me he levantado del suelo unas siete veces, más o menos.
Suerte que sigo las anotaciones con una cervecita en la mano izquierda y un pañuelo para secarme el sudor en la derecha.
Y os preguntaréis seguramente: —¿entonces, con qué escribes el post? Pues con las dos manos, of course, cuando ni bebo ni me seco el sudor.
Eso sí. Creo que el mejor estado para planificar todos los datos del Analytics es con dos o tres cervecitas de más. Entonces, todo sale rodado o al menos, si ruedo por el suelo, al estar anestesiado, no me entero de los porrazos.
Os dejo.
Ya estoy acabando la segunda cerveza y me he quedado bloqueado con los flujos de datos y la configuración de atribuciones.