Antes de instalar los enchufes en una casa, sería bueno saber dónde vas a leer con frecuencia, dónde colocarás la TV, para los que tengan, dónde te gustaría colocar aquel jarrón chino, con agua, que nunca supiste si tirarlo o regalárselo a un enemigo. Dónde poner la mesilla, dónde colocar la plataforma para dejar los móviles cargando.
Si prefieres la nevera en esta o en aquella pared. En qué pared poner un enchufe cerca de la cama, donde conectar «tus juguetitos» para tenerlos a mano. Y así, con todos los aparatos «enchufables».
Cuando llegas a una casa de segunda mano y el presupuesto no da para contratar a un electricista, te apañas con los famosos ladrones de electricidad, y no me refiero a los mangantes, digo magnates de las eléctricas; hablo de los enchufes bi, tri o cuádruples, para conectar más de un aparato.
Si la lámpara de lectura está en una esquina y no hay un enchufe cerca, tiramos del viejo truco del alargo.
Pero atención: cuanto más largo es el alargo, más probabilidades tienes de tropezar con él.
Así que es importante, vigilar con el cable, para no caerse de morros. No sería la primera vez y más si estamos a oscuras justo en el momento del traslado del objeto a conectar.
Para saber si un alargo es largo, solo tienes que hacer una prueba: ver en qué momento se te va a enredar el pie con el cable, justo cuando lleves en la mano izquierda, la jarra de agua para regar los geranios que tienes en la terraza y el móvil en la otra, como no, porque en ese momento estabas hablando con tu prima.
Si la conversación se corta de golpe y el agua de la jarra va al suelo, es que el alargo era demasiado largo. Si consigues llegar hasta la terraza (los que tengan), regar los geranios y acabar la conversación tan interesante que tenías con la Jennifer, entonces y solo entonces, habrás comprobado que el largo del alargo era la medida perfecta.
Evidentemente, este ejemplo lo puedes extrapolar a cualquier situación. Aquí, el kit de la cuestión es: ¿serás capaz de completar un objetivo sin caerte de morros?
Molt divertit l’escrit. No s’ha fet «largo»