Adivinalo

A simple vista, todo parece muy fácil cuando te lo están explicando porque, quien lo hace, cree que todos tenemos la misma capacidad de entendimiento. Pero, ¿y si no es así? ¿Y si cada uno de los que estamos siguiendo atentos las instrucciones de uso, no tenemos las mismas capacidades ni los mismos reflejos? Eso es lo que me pasa a mí. Sigo con atención los movimientos que hace con el ratolino en la pantalla del video grabado y a la tercera instrucción ya me he perdido.

El profe, quizá sin darse cuenta, lleva el mismo ritmo para todos y no hablo de la velocidad en el hablar, sino de la velocidad en cómo lo explica, teniendo en cuenta que su «tarannà» es muy pausado. Pasa de un campo a otro, de una herramienta a otra con total naturalidad y yo, vigilando qué clic hacer de los cuatrocientos que hay, sigo anclado en el primero de los menús desplegables, con la intención de recordar qué porras había hecho tres pasos antes.

Tendré que volverlo a visionar con más calma, porque sino me perderé otra vez, adivinando qué apretó antes, si la sección, el texto o la viñeta que está al pie de la aplicación.

Mañana más. Adivinalo. De qué hablaremos?

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