A escote – segunda parte

Cada día, en más de un diario, aparece alguna noticia relacionada con la monarquía y sus círculos más estrechos.

Aunque Corín Tellado no se hizo rica con sus más de cuatrocientos millones de libros vendidos a lo largo de toda su vida, se podría haber forrado escribiendo historias cuya temática estuviera centrada en estas vidas tan disparatadas.

Culebrones, engaños, secretos de palacio, envidias, celos, trampas, extorsiones, medallas, hijos ilegítimos, despariciones, etc, con un denominador común: líos de faldas o pantalones a tutti pleni.

José Apezarena, Jaime del Burgo, Iñaki Anasagasti, Pilar Eyre, entre otros, han aireado los trapos sucios de la familia y, como escribía al inicio, sus círculos más estrechos de amistades, enemigos, interesados o curiosos que, de una forma u otra, se han aprovechado del filón que conlleva todas estas historias.

Seguramente, mucha gente anónima se habrá llevado las manos a la cabeza calculando los miles de euros que este culebrón cuesta al erario público, ese que pagamos rigurosamente a escote entre todos, pero al que no estaremos invitados en nuestra vida. Una fiesta a la que solo asisten los elegidos. Los demás, desde la terraza, observaremos como dilapidan nuestros dineros impunemente.

Estamos de acuerdo en que hay estructuras del estado que se sufragan con los impuestos que provienen de nuestros bolsillos. Un país se administra con esos dineros y con otros de procedencias diversas, pero ¿acaso hemos de correr con los gastos particulares de toda esta facción? ¿No podrían trabajar como hace casi todo el mundo y llevar sus propias economías domésticas?

¡Gentes!, estamos en el siglo XXI y creo que ya va siendo hora de poner orden en el patio. Tal vez, ahorrando un poco por aquí y otro poco por allá, las cuentas estarían más desahogadas. No sé. Tampoco soy economista para saberlo.

Eso sí, pido un poquito de seriedad y que cada uno se pague lo suyo. Ya está bien eso de pagar a escote, porque la tortilla no debería costar tanto y, a ser posible, con huevos normales, no esos tan gordos que acostumbran a gastar estos tipos.

1 comentario en “A escote – segunda parte”

  1. Montserrat Aluart

    La monarquía solo debería existir en los cuentos. No le veo ninguna utilidad, más bien al contrario.
    Demasiados privilegios. Para ser una persona normal, vamos que en una analítica la sangre es roja como todos los demás, no es azul, ¿verdad?

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