A 31 el 31

No recuerda un verano tan caluroso como este. Tampoco es de extrañar porque no tiene conocimiento de qué temperatura hacía la semana pasada. Así que no importa.

A las 12:00 p.m. bajaba a comprar algunas cosas y, como de costumbre, miró de reojo el termómetro instalado cerca de su casa.

Treinta y un grado Celsius.

Una hora más tarde, concretamente a las 13:10 p.m., el mismo termómetro había subido un grado.

Ahora ya no le funcionaba el juego de palabras, pero la temperatura sí que ha servido para sudar un grado más de la cuenta.

Indicaba una amiga suya que en Barcelona, la temperatura de ayer al mediodía era de 42 ºC (cuarenta y dos grados Celsius). Trabaja en el Bus Turistic y tiene a los extranjeros rojos como gambas.

Parece ser que, a la vez que compran el billete para acceder al bus, les regalan un protector solar, de la marca PS, de factor 80. Matan dos pájaros de un tiro. Por un lado, se protegen del sol y por el otro, les sirve de chaleco antibalas.

Treinta y dos grados hace cinco minutos.

De seguir subiendo la temperatura en una zona geográfica que no está acostumbrada a estos calores, tendremos que añadir al termómetro una cartulina y pintar con rotulador Permanent de la marca Pilot, diez o doce rayas más por si las moscas.

Bien mirado, es una manera sencilla de invertir poco en los tantísimos termómetros que circulan por el mundo.

¿Te imaginas un termómetro que cuando llega al cuarenta, el resto de números estén dibujados con el rotulador Permanent? ¿Sería una locura o una chapuza?

Creo que las altas temperaturas nos afectan al cerebro porque no paramos de imaginar gilipolleces.

Dicen que el calor te afecta directamente en el hipotálamo, esa parte del cerebro que regula un montón de funciones y actos. Uno de ellos, por poner un ejemplo, sería controlar la mala hostia que te coge cuando hace puto calor, como se suele hablar hoy en día.

El puto calor.

Aumentan los asesinatos y las peleas callejeras por culpa del calor. Parece ser que por la boca muere el pez.

Y hablando de peces, por veinticinco pesetas, nombra diez peces del Mediterráneo.

Eso sí, no esperes mucho que igual un día de estos, con un aumento desmesurado de la temperatura, igual se cuecen o enriquecen.

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