911 emergencias, dígame

—911 emergencias, dígame, ¿qué podemos hacer por usted?
—Mi gato se ha subido a lo alto de un árbol y no sabe bajar.
—¿Dónde se encuentra usted en este momento?
—Debajo del árbol, mirando al gato.
—Quería decir, ¿en qué población se encuentra usted en este momento?
—¡Ah, perdone! No le había entendido.
—Estoy en Mataró, en la carretera de Mata número 54. Bueno, entre el 54 y el árbol.
—No se mueva de ahí. Enviamos un equipo de rescate.
—Tardaremos unos veinte minutos.
—Muchas gracias. No sabe cuánto se lo agradezco.

Una vez activada la alarma del equipo de rescate de gatos que se suben a la parra, Juan y Fernando, de la empresa de medioambiente, se presentaron antes para valorar posibles bajas. Cuando llegaron al lugar del aviso, no había gato por ninguna parte. Ni en el árbol, ni en la acera, ni en el balcón de la casa más cercana. Sospecharon que les habían dado gato por liebre.

O el gato había desaparecido o la persona que llamó a los servicios de emergencia era una graciosilla de esas que se podría meter las bromas por el recto proceder.

Los dos operarios de medioambiente llamaron al 911 para cancelar el servicio.

—Hola Charlie. Soy Fernando. Abortar la misión. Aquí hay gato encerrado, pero de felinos, nada. O la señora Engracia quiso haceros una gracia o no ve bien y confundió a su gato con una bolsa de basura.
—Fernando, muchas gracias por avisar. En este momento no teníamos a nadie para enviar. Mi equipo estaba atendiendo una urgencia bastante peliaguda. Ya te contaré por privado. Muchas gracias.
—No hay de qué.

Fernando le propuso a Juan que se encaramase en el contenedor más próximo a la rama y que con la pértiga intentara alcanzar la puta bolsa.

—Cada vez me sorprende más la peña. Mira que colgar una bolsa de basura en la rama del árbol. Y no ha sido accidentalmente. ¿Te has fijado que han pasado las asas por la rama?

Una vez que Juan estaba en posición, Fernando le pasó la pértiga.

—¡Vigila! No te vaya a caer en la cabeza.

Recogieron la bolsa, hicieron la foto de rigor para cerrar el caso y tocaron el dos.

—La peña está mu mal, —comentó Juan rascándose la pierna—.

Parece ser que le picó un mosquito tigre que apareció de repente.

Juan y Fernando tienen guardia otra vez. A ver qué sorpresas tienen esta noche. Nunca se sabe.

—Fernando, ¿nostás intrigao po lo que dijo Charli de la urgencia pelaguda?
—¿Tacuerdas del tio aquel que le tuvieron que sacá una botella del recto proceder? Qué risas nos echamos. ¿Tacuerdas?

911 emergencias, dígame

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